lunes, 31 de agosto de 2009
Capítulo 1, 4ª parte
- Perdona. – me disculpé.
- No, lo siento, ha sido culpa mía. Iba muy rápido y debí darme cuenta que podía salir alguien del baño de las chicas. – dijo él cogiéndome de los hombros. - ¿Te he hecho daño?
- No, no, que va. No te preocupes. Estoy bien.
- ¿Seguro? – insistió.
- Si, si, segurísimo.
- Bueno, por lo menos déjame invitarte a algo a modo de disculpa.
- No, de verdad. – dije yo intentando librarme de él. Era muy vergonzosa y estas situaciones sacaban todo lo tímida que podía llegar a ser.
- Insisto.
- Está bien.
Nos dirigimos los dos hacia la barra del pub. Me pidió otro margarita, y nos sentamos allí mismo a conversar. Su nombre era Aaron, y frecuentaba mucho ese local. Le dije que nosotros nos acabábamos de mudar esta misma mañana. Cuando le dije cuál era nuestra casa él se quedó asombrado.
- Entonces compartes casa con tus dos hermanos.
- Sí, eso es.
- Vaya, que pasada, ¿no?
- Si, la verdad es que sí. Tenemos suerte. – sonreí.
- Por cierto, ¿dónde están tus hermanos? – empezó a mirar por todo el local en busca de dos chicos.
- Están allí, en aquella mesa. – pero cuando miré ellos no estaban. Ojeé preocupada por todo el pub y los vi en la pista bailando con otras dos chicas.
- Vaya, parece que mi hermanita ha ligado. Menudo capullo. Pronto se dará cuenta de que Sally tiene 16 años y se largará.
- ¿Y quién es tu hermana? – pregunté intrigada.
- Es aquella chica de allí de rojo. – vi que “el capullo” que estaba bailando con ella era John.
- Ese es uno de mis hermanos. El mediano. Se llama John y no creo que le importe mucho que tu hermana Sally tenga 16 años, porque él tan solo tiene uno más.
- ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes tú? Porque no pareces mucho más mayor que Sally.
- Tan solo tengo 15. – agaché la mirada.
- Vaya. Cuando se enteren mis colegas que he estado ligando con una yogurina…
- Oye, no te pases. – dije mientras le pegaba una palmada en el brazo. El sonrió. Tenía unos dientes magníficos. - ¿Y tú? ¿Cuál es tu edad?
- Tan solo tengo 18. – dijo imitando mi voz y los gestos que momentos antes acaba de hacer. Le di otra palmada en el brazo, y él volvió a sonreír.
- Bueno, voy a ir llamando a mis hermanos que ya es algo tarde.
- ¿Algo tarde? Si tan solo son las tres de la mañana. Anda, quédate un rato más conmigo.
- No, enserio. No puedo. – dije disculpándome.
- Mira, ¿ves aquella mesa de allá? – dijo señalando una mesa que estaba al final del pub y en el que se encontraba mucha gente sentada alrededor. Aaron levantó la mano y uno de los chicos que se encontraba en la mesa, le devolvió el saludo. – Son mis colegas. Y los he dejado plantados por estar contigo hablando, así que ahora no te vayas. – sonreí.
- Si es que no puedo Aaron…
- Por favor. Te lo estoy pidiendo por favor. Solo hasta las cuatro de la mañana. Además, no creo que tus hermanos quieran irse en estos momentos.
Giré la cabeza y vi que Matt estaba tranquilamente hablando con una chica en la mesa en la que con anterioridad estábamos sentados los tres. John, por el contrario, se encontraba en el centro de la pista besándose con Sally. Miré a Aaron.
- ¿Entonces qué dices? – me dijo. - ¿Te pido otro margarita? – sonreí.
- De acuerdo.
- Un margarita para la señorita. – dijo gritando al camarero. – Y un ron con cola para el caballero. - me miró y los dos empezamos a reírnos.
Era un chico muy agradable y bastante gracioso. No paraba de decir tonterías para que me riera. Me encantaban los chicos que hacían eso.
Pasadas las cinco de la mañana, mis hermanos vinieron a llamarme, ya que querían irse ya a casa, que estaban agotados. Les presenté a Aaron.
- Menuda hermana tenéis, chavales. – les dijo Aaron a mis hermanos.
- Si, es una joyita. – Matt me dio un beso en la mejilla.
- Si, la verdad es que sí. Y parece que a John le ha gustado mi hermana, porque no paraba de comerle la boca. – nos reímos todos menos John.
- ¿Sally es tu hermana? ¿No jodas? – dijo John con cara de susto.
- Si, John sí. Pero no te preocupes cuñado, que no muerdo. – le dijo pasando un brazo por sus hombros en señal de amistad. Nos volvimos a reír. – Por cierto, mis colegas y yo solemos estar aquí por las noches. Si os apetece, podíais pasaros algún día de estos y os presento a mi grupo de amigos. ¿Os hace?
- Si, por mí bien. – dijo contenta.
- Pues si quieres Jess, dame tu número de móvil, y cuando eso te aviso y os venís. Es que solemos estar aquí, pero no siempre. A veces vamos a otro pub que también está muy bien y de vez en cuando realizan fiestas.
- De acuerdo, aquí tienes. – le apunté mi número en una servilleta y se la di.
- Muy bien. Prometo llamarte. – dijo guiñándome un ojo. Sonreí.
- Pues ya nos vemos Aaron. Ha sido un placer conocerte. – le dije.
- Hasta luego tío. Cuídate. – dijo John mientras le daba la mano. Matt hizo lo mismo.
Salimos del pub camino a nuestra casa. Casi eran las seis de la mañana. Cuando salí de casa esa misma noche pensaba que eran un par de cervezas y para casa, pero la noche dio un giro completamente. Y nuestro plan había funcionado, habíamos conocido a gente. Y parecían bastante majos, aunque yo solo había tenido el placer de hablar con Aaron.
Casi cuando estábamos llegando a casa, Matt nos contó que la chica con la que estaba hablando se llamaba Samantha, y tenía la edad de Aaron.
- Era muy simpática, pero creo que algo menos que Sally. – Matt y yo nos empezamos a reír.
- Parar ya, ¿no? – dijo John algo enfurruñado. – Pues si, Sally era muy simpática. Y me ha gustado, y me he liado con ella. No pasa nada. Además, besa de miedo. – se relamió los labios.
- Da igual John, no queremos detalles. – dije sonriendo.
Cuando llegamos a casa, nuestro padre se encontraba sacando el coche de la cochera. Le preguntamos que donde iba, y su respuesta fue que tenía que ir a la oficina que le habían llamado urgentemente. Seguramente sería una reunión de improvisto, como siempre. Él nos preguntó que si nosotros veníamos ahora a dormir. Cuando le respondimos que si, él sonrió y dijo: “Aprovechar ahora que sois jóvenes y tenéis todo lo que queréis, que luego ya será muy tarde”. Nos despedimos de él y fuimos a acostarnos.
PD: Hola. Tengo un pequeño problema, y es que mi madre ha querido prescindir de internet en mi casa, y no voy a poder subir las entradas yo. Por ello, he dejado parte de mi novela a mi amiga Leire, que todos conoceis por su novela, y será ella la que actualice esto cada día, como hace con su blog. Espero que me disculpeis. De vez en cuando me pasaré por casa de Leire para contestar a los comentarios que me escribais. Pero por favor, espero que no dejéis de seguirme, porque me entristecería mucho.
Por cierto, muchas gracias a RockStar por el botón. Me ha encantado. Gracias.
Si alguien quiere que ponga su botón en mi blog, solo tiene que decirmelo. A cambio tendrá que poner el mio en el suyo, ya que soy nueva en todo este mundo del blog, y me gustaría que la gente me fuera conociendo.
Un saludo a todos y espero que os esté gustando la novela.
jueves, 27 de agosto de 2009
Capítulo 1, 3ª parte
Me senté entre ellos dos molestándoles al pasar por enfrente del televisor.
- ¿Ya estáis jugando a esto otra vez? – dije yo con un tono algo molesto.
- Pues sí. Sabes que nos encanta este juego, no sé porque lo preguntas. – dijo Matt.
- Yo no sé como os podéis entretener con esto tanto tiempo, si yo con un par de minutos ya estoy más que harta.
- Pues claro, porque tú eres una chica y nosotros somos hombres. – dijo John. Yo solté una carcajada. - ¿De qué te ríes? – John puso el juego en pausa y empezó a hacerme cosquillas.
- Para, para. – me hizo caso.
- Oye Jess – empezó diciendo Matt. – Hemos estado hablando los dos y hemos pensado que esta noche podríamos salir a tomar unas cañas a algún bar de por aquí, ¿qué te parece? ¿te apuntas?
- Claro que me apunto. – dije entusiasmada. - ¿Y eso? ¿A qué es debido esta escapadita entre hermanos?
- Es que así seguro que conocemos gente nueva. – dijo Matt.
- Querrás decir que así conoceremos gente. – los tres nos reímos.
Me gustaba el plan que mis hermanos habían planeado. Casi nunca salía con ellos a ningún lado, ya que con Matt me llevaba cuatro años y con John, dos. Y todo hay que decirlo, la edad se nota. No es que yo fuera muy niña, pero mis hermanos aparentaban más edad de la que tenían. Los tres juntos nos lo pasaríamos muy bien.
Después de cenar les comentamos el plan a nuestros padres, y ellos no pusieron impedimento alguno. Mis padres desde siempre habían sido muy liberales y me habían dejado hacer cosas que a los chicos de mi edad no les dejaban. Además, si iba con mis hermanos… ¿qué podía ocurrir?
Nos arreglamos un poco y nos fuimos los tres hacia el centro de la ciudad. Aunque estaba un poco lejos decidimos ir andando, ya que si Matt cogía el coche no podría beber.
Cuando llegamos vimos un pub que estaba bastante bien y tenía un aspecto interesante. Se llama Dancefloor. Tenía pinta de ser un pub de gente con dinero. Pasamos sin ningún problema, ya que en la puerta no había nadie controlando. Normalmente, en todos estos sitios, solían pedir el carnet. Pero John y yo esta vez tuvimos algo de suerte.
El lugar era bastante acogedor, con muchas mesas y sofás en donde la gente conversaba alegremente, ya que el tono de la música no era muy elevado. Mientras Matt fue a la barra a pedir algunas bebidas, John y yo nos sentamos en una mesa que estaba libre. Nos acomodamos en el sillón y esperamos a que Matt regresara.
- Aquí tenéis. - dijo Matt dejando las copas encima de la mesa.
- Vaya tío, te lo has currado. – dijo John al ver que no eran cervezas lo que había pedido.
- ¿Y qué es esto? – pregunté intrigada. No estaba acostumbrada a beber.
- Señorita Jessica, esto es un margarita. – dijo Matt sonriente.
- ¿Y esto está bueno? – pregunté de nuevo.
- Si no lo pruebas, no lo sabes. – dijo John mientras pegaba un trago de su copa y saboreaba el contenido. Yo lo imité.
- Si, si está bueno.
Empezamos a mirar en todas direcciones intentando ver la gente que se encontraba en el local. Y para nuestro asombro, aquel pub estaba lleno de gente de nuestra edad. Casi todas las mesas estaban llenas de grupos de chicos y chicas que hablaban alegremente de sus cosas.
Cuando me hube bebido el segundo margarita me entraron unas ganas tremendas de ir al lavabo. Se lo comenté a mis hermanos y fui en busca de los baños. Entré sin ningún problema en el baño de las chicas.
Justo cuando salí me topé con alguien.
PD: Sigo interesada en lo del botón. ¿Alguien podría hacermelo?
miércoles, 26 de agosto de 2009
Capítulo 1, 2ª parte
- ¿Qué os parece, hijos? ¿A qué no está tan mal? – preguntó papá una vez habíamos bajado todos del coche y empezamos a entrar cajas a la casa.
- No, la verdad es que no. Esta muy, pero que muy bien. – dijo Matt dejando una de las cajas encima de la mesa del comedor.
- Pero eso no es todo. Venid.
Papá nos acompañó a la pequeña casa que había cerca de la piscina. Cuando entramos nos dimos cuenta de que eso no era una especie de almacén ni nada por el estilo, sino todo lo contrario. Era una pequeña casa en la que había tres dormitorios, dos baños, y un salón muy espacioso con su televisión, su ordenador y una mini cadena con muchos altavoces dispersos por toda la habitación.
- ¿Y esto? – dije yo sin entender nada.
- Esto es para vosotros. Sé que ya sois bastante mayores y queréis vuestra intimidad. Pues hice que arreglaran esta casita para vosotros. Aquí es donde dormiréis y pasaréis vuestros ratos libres. Eso si, a comer con nosotros, ¿eh? – los tres nos quedamos boquiabiertos escuchando a nuestro padre y mirando la casa. - ¿Es que no os gusta? Si queréis podemos cambiar algo, no hay problema.
- No, papá. Es perfecta. – dije yo sin creerme aún del todo lo que estaba viendo.
- Así que a partir de ahora esto será vuestro. Vuestra madre y yo no entraremos aquí para nada. Solo entrará la chica de la limpieza para arreglaros esto. Vuestra casa, vuestras reglas. Si queréis traer algún amigo, adelante. Alguna chica… - dijo mirando a Matt y a John – de acuerdo. Pero jovencita para ti los chicos están prohibidos. – me dijo mirándome a mí. Yo sonreí y fui a darle un abrazo.
- Gracias papá. – le dije.
- Bueno, ahora ir a por vuestras cosas y arreglar esto un poco. Nosotros arreglaremos lo de la casa. Cuando esté la comida vuestra madre os llamará.
Salió de la casa con paso decidido. Revisé de nuevo cada rincón de la casa sin creerme aún que Matt, John y yo fuéramos a vivir allí los dos solos. Con nuestras reglas y haciendo lo que quisiéramos, sin que nadie opinara al respecto. Todo aquello me pareció una idea asombrosa. Y pensé que papá lo había hecho para que lo perdonáramos por tantas mudanzas, y lo había conseguido. ¡Todo esto era maravilloso!
Fuimos hacia el coche a coger todo nuestro equipaje, y nos dirigimos hacia la casita para arreglarla a nuestro antojo. Yo me elegí la habitación que estaba más al fondo. Desde siempre me había dado mucho miedo dormir cerca de la puerta, por lo que Matt se eligió la habitación que estaba más cerca de la puerta y John la de en medio.
Durante una hora estuvimos arreglando toda nuestra ropa y colocando nuestras cosas. Decidimos que uno de los baños sería para mis dos hermanos y yo tendría uno propio. Lo decidimos así porque aparte de que yo era chica, y no me gustaba que mis cosas se mezclaran con las suyas, yo siempre tardaba más en arreglarme. Por lo que llegamos a ese acuerdo, y a mí me pareció magnífico.
Cuando hube terminado de arreglar todo, me senté en el comedor a ver un rato la tele y descansar, ya que estaba algo agotada. Las mudanzas siempre me dejaban hecha polvo. Encendí la tele y me dispuse a ver un programa que me gustaba mucho cuando oí que alguien llamaba al teléfono. Empecé a buscar por todo el comedor, y por fin encontré un pequeño inalámbrico cerca de la cadena de música. Lo cogí.
- ¿Sí?
- Jess, cariño. – era mamá. – La comida estará dentro de un par de minutos. Cuando queráis os vais viniendo para aquí, ¿vale?
- Vale mamá. Enseguida estamos allí.
Colgué. ¡Vaya! Cuando papá dijo que ninguno de los dos se pasarían por aquí iba enserio. Ni siquiera se pasarían para avisarnos de que estaba la comida lista. ¡Esto sí que era un chollo!
Avisé a Matt y a John y enseguida nos fuimos a comer. Cuando llegamos la mesa ya estaba preparada y la comida se encontraba encima de ésta. Nos sentamos y empezamos a comer.
- ¿Entonces qué os ha parecido la sorpresa que os teníamos preparada? – dijo mamá con su típico tono dulce.
- Ha sido estupendo, de verdad. – dijo John bastante ilusionado.
- Me alegro que os haya gustado, porque vuestra madre y yo hemos puesto mucho empeño para que todo quedara de vuestro agrado. Además, pensamos que ya es hora de que vosotros tengáis un poco de intimidad. Y nosotros también, claro. – de repente todos paramos de comer, y entre Matt, John y yo nos dirigimos unas miradas que sabíamos lo que significaban.
Comimos los cinco comentando cosas al respecto de la mudanza. Cuando terminamos ayudé a mamá a poner el lavavajillas mientras John barría el comedor. Aunque siempre hubiéramos tenido una limpiadora que venía a casa cada dos días, nosotros estábamos acostumbrados a hacer las tareas de la casa y a ayudar a nuestra madre a realizarlas. Nos fuimos de nuevo los tres a nuestra casa. Yo, como estaba demasiado cansada el viaje y demás, decidí acostarme un rato la siesta para por la tarde estar más relajada y poder ayudar a mamá a arreglar las cosas si le hacía falta. Mis hermanos se pusieron a ver la televisión.
PD: Como soy nueva en todo este mundo de los blogs, me gustaría pedir (si no es mucha molestia) si alguien sería capaz de hacerme un botón para mi blog. Me he pasado por varios blogs y he visto que todo el mundo tiene uno, y a mí me gustaría tenerlo. Solo quiero un botón con la foto de mi blog y en el que ponga "La dura vida de Jess" Os lo agradecería mucho. Por cierto, muchas gracias por toda la gente que me sigue ya. No me esperaba encontrarme el primer día que publicara la novela con casi 100 visitas y 13 seguidores. Muchas, muchas gracias. Besitos.
martes, 25 de agosto de 2009
Capítulo 1
Siempre lo mismo. Una y otra vez se repetía la misma canción. A mí padre lo ascendían y debíamos cambiarnos cada año a un lugar nuevo. Estaba harta de todas esas cosas. Quería permanecer en un lugar para siempre para poder conocer a la gente de verdad y conseguir, por fin, amigos que me duraran para toda la vida.
Mi padre, después de tantos ascensos, se había convertido en lo que se llama “un nuevo rico”, es decir, no ha nacido rico, sino que poco a poco ha ido consiguiendo todo ese dinero que nos está dando toda esta vida. Pero yo a veces desearía no tener tanto dinero y poder quedarme en una ciudad y poder hacer mi vida.
- Ya verás cariño, esta casa te va a encantar. Y no te preocupes, que esa será nuestra casa para siempre. – dijo mi padre mientras metía la última caja de cartón en el coche.
- Papá, eso fue lo que nos dijiste la última vez y mira donde estamos ahora.
- Nena, ten paciencia. – me dijo mi madre a la vez que me daba un cariñoso abrazo.
Uno de mis hermanos, desde la otra parte de la casa tocó el claxon. Matt, al igual que yo, estaba muy harto de toda esta historia. En cambio a John todo esto no le disgustaba. Fui hacia el coche de Matt y me monté. Allí ya se encontraba John. Mis padres irían en el otro.
- Venga Jess, no estés triste. Creo que esta vez si que va enserio lo de quedarnos en la nueva casa para siempre. Se lo oí decir a papá el otro día mientras hablaba por teléfono. – dijo John.
- Ya, claro. No me creo ya nada de nada. – dije mientras me abrochaba el cinturón y cruzaba los brazos.
- Bueno, tú verás.
Matt arrancó el coche. Me gustaba ir en el coche de Matt. No solo porque conducía un fantástico Jaguar, sino porque además conducía muy bien para solo tener un año el carné, y siempre ponía la música que nos gustaba. En cambio mi padre se pasaba todo el trayecto escuchando música clásica, por lo que al final conseguía que Matt, John y yo nos durmiéramos. Pero desde que Matt se sacó el carné todo era diferente. Siempre íbamos con él a todas partes. Y él disfrutaba de nuestra compañía. Aunque nos llevábamos cuatro años, siempre nos habíamos llevado de maravilla y nos ayudábamos el uno al otro (cosa imposible entre hermanos). Pero con John era algo diferente. Con el tan solo me llevaba dos años, y claro, siempre nos estábamos peleando por cosas sin importancia.
Seguimos a papá con el coche. La nueva ciudad estaba por lo menos a tres horas de viaje, por lo que me acomodé como pude en el asiento e intenté dormir, pero fue inútil.
- Jess, te agradecería que no te durmieras, porque yo no estoy muy espabilado que digamos. – dijo Matt mientras se tocaba los ojos en señal de que estaba muerto de sueño. Y es que tan solo eran las 8 de la mañana.
- De acuerdo, no me dormiré. Aunque si quieres cambiamos los papeles y conduzco yo. – dije mientras sacaba la lengua.
- ¿Tú? Pero si tan solo tienes 15 años. – dijo John. – Antes que tú iría yo.
- Ninguno de los dos va a conducir. Una porque tiene 15 y el otro porque tiene 17. Nada de nada. Ya conduciréis cuando os toque.
- Pues vaya. Sabes que conduzco como los ángeles. – dije echándome flores.
- Claro, porque he sido yo el que te ha enseñado. – dijo Matt. Le pegué en el brazo. Él no se quejó.
- Oye chicos. – dije al cabo del rato.
- Dime. – contestó Matt.
- ¿Cómo creéis que será la nueva casa? ¿Pensáis que será más grande que la que teníamos hace media hora? – los tres soltamos una carcajada.
- No lo sé, pero seguro que sí. Papá siempre ha ido mejorando. – dijo John.
- Si, la verdad es que sí.